Se dice que los escritores suelen tener un carácter muy particular. Supongo que no todos, aunque debo admitir que en más de una ocasión me han acusado de ser un poco «rarita». No sé si mi apelativo es merecido, pero sí os diré que me dio una alegría toparme con este libro tan entretenido.

Básicamente, relata detalles curiosos o escabrosos sobre 41 autores famosos, a quienes introduce mediante una ficha básica que incluye su fecha de nacimiento, nacionalidad, signo del zodíaco, obras de obligada lectura, coetáneos destacables, estilo literario, y una cita importante.

Dadle una oportunidad, merece la pena. Para que os hagáis una idea, os adelanto algunos detalles de los mencionados en el libro:

William Shakespeare

Hacía chanchullos inmobiliarios, prestaba dinero a un alto interés y luego pleiteaba para recuperarlo, mandaba al cobrador de impuestos a hacer puñetas y tenía fama de avaro (acaparaba grano y malta en tiempos de hambruna y en su testamento dejó a su viuda únicamente su «segunda mejor cama»). Como curiosidad, existen ochenta y tres formas correctas de escribir su apellido debido a que, en aquella época, la ortografía de la lengua inglesa todavía no se había normalizado.

Existen ochenta y tres formas correctas de escribir el apellido Shakespeare, entre ellas Shagspere, Shaxberd. El propio dramaturgo llegó a firmar de seis formas diferentes: Shackper, Shakspear, Shakspea, Shackspere, Shakspere y Shakspeare.

Lord Byron

Para inmortalizar sus encuentros amorosos, solía guardar un poco de vello púbico de sus amantes en un sobre en el que escribía el nombre de la dama en cuestión. Gran amante de los animales, en sus tiempos de estudiante en Cambridge tuvo un oso en protesta contra las normas que prohibían perros en los dormitorios.

 

 

Charles Dickens

Cambiaba el mobiliario de sitio constantemente y se negaba a escribir hasta que no estuviera todo perfectamente ordenado según sus gustos. Se cepillaba el pelo cientos de veces al día, incluso en medio de un convite, y estaba obsesionado con los cadáveres que se exhibían en la morgue de París de personas no identificadas.

 

 

En una ocasión, su gran amigo Hans Christian Andersen se autoinvitó a pasar unas semanas con él y la experiencia resultó un desastre. Dickens se marchó antes de que él llegara dejándole a cargo de sus hijos, quienes se burlaban de él e incluso le amenazaban con tirarle por la ventana. Sorprendentemente, cuando el escritor británico regresó, Andersen todavía seguía allí.

Cuando Dickens se deshizo del autor danés, dejó la siguiente nota en el dormitorio que había ocupado su invitado: «Hans Andersen durmió en este cuarto durante cinco semanas que a la familia le parecieron siglos»

Las hermanas Brontë

Emily era la más excéntrica de las tres hermanas. Se pasaba horas junto a la ventana observando en silencio, incluso con las persianas bajadas. Cuando su hermano Branwell murió, pensó que la mejor forma de rendirle homenaje era asistir al funeral descalza durante un temporal, motivo por el que contrajo tuberculosis.

Emily se negó a recibir tratamiento médico o a alimentarse. Perdió tanto peso que su ataúd solo medía cuarenta centímetros de ancho.

Por su parte, Charlotte no entendía demasiado cómo funcionaba el mundo editorial. Envió el manuscrito de su primera novela a varios editores sin retirar la carta de rechazo del anterior editor de forma que la novela circulaba con una colección de epístolas negativas adosada. Además, cuando quiso ocultar su identidad, envió una nota avisando de que a partir de entonces debían dirigirse «al señor Currer Bell, oculto en casa de la señorita Brontë».

 

Os dejo aquí los datos del libro:

 

VIDAS SECRETAS DE GRANDES ESCRITORES

Robert Schnakenberg

Editorial Océano
Colección: Vidas Secretas
Páginas: 320
ISBN13: 978–84–7556–768–6

 

 

 

Imágenes extraídas de libro