El subconsciente de nuestros hijos, ese gran desconocido

¿Por qué nuestros hijos necesitan oír mensajes positivos antes de acostarse?

Como la mayoría de vosotros ya sabréis, la mente humana está dividida en dos partes: el consciente y el inconsciente o subconsciente (aunque algunos prefieren dividirla en tres partes).

• El consciente se ocupa de pensar, conceptualizar, categorizar información, tomar decisiones calculando riesgos y oportunidades, memorizar, analizar recuerdos y razonar lógicamente. Por ejemplo: permite que nuestros hijos hagan los deberes de matemáticas, memoricen la lección o decidan si deben cruzar o no la calle en función del tráfico que haya en la carretera en ese preciso instante. Nuestro consciente solo nos permite concentrarnos en dos o tres pensamientos al mismo tiempo.

«Nuestro consciente solo nos permite concentrarnos en dos o tres pensamientos al mismo tiempo».

• El subconsciente es el “piloto automático” de nuestra mente consciente. Cuando, por ejemplo, aprendemos a hacer algo y asentamos este nuevo conocimiento, dicho aprendizaje se traslada de nuestro consciente a nuestro subconsciente y se convierte en un hábito. Así nuestro consciente puede seguir concentrándose en aquellas tareas que de verdad requieren toda su atención. Aquí también se almacenan nuestras emociones y se establecen conexiones neuronales para que asociemos determinados lugares, personas, olores, etc. a emociones concretas. Además, el subconsciente gestiona nuestras funciones vitales (como la respiración, la circulación sanguínea, el funcionamiento del sistema digestivo) y controla nuestros actos reflejos (p.ej.: ordenándonos que cerremos los ojos al estornudar o al percibir que un objeto se está acercando peligrosamente a nuestro rostro). El subconsciente es mucho más poderoso que el consciente, por lo que es capaz de reaccionar muchísimas más veces al mismo tiempo.

«El subconsciente es mucho más poderoso que el consciente, por lo que es capaz de reaccionar muchísimas más veces al mismo tiempo».

Todos hemos hecho alguna vez algo que nuestro consciente desaprobaba y que, sin embargo, no podíamos dejar de hacer (como fumar a pesar de que sabemos que es perjudicial para nuestra salud o establecer relaciones sentimentales con personas de un carácter determinado, a sabiendas de que su forma de ser no casa con la nuestra ni por asomo).

 

 

Esto es obra de nuestro subconsciente, que como ya hemos explicado, es mucho más poderoso que nuestra fuerza de voluntad. El subconsciente no juzga, simplemente actúa automáticamente en respuesta a los estímulos que recibe. Se limita a actuar según las enseñanzas que ha adquirido durante la fase de aprendizaje en la mente consciente.

Si tenemos en cuenta que más del 95 % de nuestras decisiones, acciones, emociones y conductas provienen de nuestro subconsciente, es lógico pensar que esta parte de nuestra mente merece mucha más atención de la que le prestamos, ¿no?

«Más del 95 % de nuestras decisiones, acciones, emociones y conductas provienen de nuestro subconsciente».

Una vez aclarado todo esto, vamos al quid de la cuestión para dar respuesta a la pregunta formulada al principio de este post:

¿Por qué nuestros hijos necesitan oír mensajes positivos antes de acostarse?

Gran parte de nuestro subconsciente (el “piloto automático” del que hablábamos) se programa durante nuestra infancia. Esto se debe a que durante esa etapa de la vida nuestra mente acepta las opiniones, creencias y órdenes de los adultos que nos rodean sin apenas cuestionarlas. Es decir, el carácter de una persona adulta depende en alto grado de los estímulos que recibe durante su infancia. Así que, aunque no lo sepamos, nuestra actitud hacia nuestros hijos, y también hacia el mundo en general, está programando su subconsciente para que actúen de un modo determinado el resto de su vida.

Además, el cerebro espera a los momentos de descanso para fijar en la memoria toda la información que recibe durante el día. Eso quiere decir que nuestro aprendizaje se traslada de nuestro consciente a nuestro subconsciente principalmente mientras dormimos.

Por eso, debemos evitar por todos los medios que nuestros hijos se vayan a dormir tristes, enfadados o justo después de haber recibido un castigo.

 

 

Si, por el contrario, estimulamos su subconsciente de forma positiva antes de irse a dormir, conseguiremos que crezcan felices y seguros de sí mismos. Una buena opción es contarles cuentos en los que los protagonistas posean las virtudes que quisiéramos potenciar en ellos. Así su subconsciente se dedicará a asimilar toda esa información positiva durante la noche, y esto ayudará a que terminen adquiriendo dichas virtudes.

 

¡Felices sueños!