• Una noche, le vendaron los ojos y lo llevaron a tientas hasta una de las alcobas del castillo con la promesa de que una joven y bellísima cortesana aguardaba su llegada furtiva. Sin embargo, la honorable dama solo complacería los deseos de su majestad si este prometía no retirarse las vendas, puesto que era demasiado vergonzosa como para revelar su desnudez. Poco sabía el rey que en realidad era su esposa quien le esperaba entre las sombras. Tenía las piernas abiertas y un deseo imperioso de engendrar al heredero de la Corona de Génesis.
    3C – Génesis
  • Tenía la sensación de haberlo decapitado y, aun así, apenas había logrado que se inmutara. Además, la hoja de su mandoble se había partido en dos, perdiendo la mitad de su longitud. Al ver que había fracasado, Tobías se estremeció temiendo por su vida. Pero el felino se limitó a elevar la cabeza con solemnidad y mirarle fijamente con unos ojos dorados que parecían rasgar la noche. El antiguo soldado regio se quedó perplejo al darse cuenta de que los tenía húmedos e incluso enrojecidos, tal que si hubiera estado llorando como hacían los humanos.
    3C – El bosque Gimiente
  • A partir de ahí las fatalidades se fueron precipitando una tras otra. La mujer se puso en pie de un salto arrastrando consigo a los dos guardias que le sujetaban las muñecas. Era como si de pronto hubiera adquirido una fuerza sobrehumana. Uno de ellos fue a chocar contra el mármol y lanzó un aullido de dolor que se ahogó en un estruendo. Había terminado con un brazo rebanado, víctima del mandoble ejecutor. El público se estremeció. El alguacil y los dos clérigos huyeron despavoridos. Colérico, el verdugo corrió hacia ella. 
    3C – Rex Caeli

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